jueves, 16 de febrero de 2012

REFORMA LABORAL SÍ, PERO MÁS REFORMAS TAMBIÉN



El nuevo ejecutivo de Rajoy aprobó el pasado viernes 10 de febrero, la reforma laboral en la que llevaba trabajando desde antes de las elecciones. Es desde luego un texto normativo atrevido y extenso que viene a modificar todo el panorama laboral tal y como lo conocíamos hasta ahora.

Son muchos los aspectos que se han visto modificados. Los más importantes son las nuevas regulaciones que se han realizado en contratación de jóvenes, despidos procedentes e improcedentes, la desjudicialización de diversos procesos laborales, la regularización por primera vez del teletrabajo y el impulso a las ETT como empresas de colocación.

Es desde luego un texto atrevido y que no deja indiferente a nadie. Los empresarios lo han calificado como una reforma necesaria y los sindicatos ven en él un atraso en los derechos de los trabajadores. Por lo tanto se pone de relieve que es una reforma que favorece más a unos que a otros, pero creo, desde mi modesta opinión, que ha sido el favoritismo del que han gozado los sindicatos durante los últimos años lo que nos ha llevado a tener la tasa de desempleo más alta de toda Europa.

Durante años se han regulado condiciones que si bien, eran muy buenas para el trabajador, estaban fuera de su alcance. Se quería imponer a los empresarios condiciones que no eran asumibles. Así está el caso de los liberados sindicales y delegados, los cuales desangran desde el interior de las empresas (públicas y privadas) todo desarrollo de la misma. Y con ello consiguen que como consecuencia natural, no crezca la empresa, se contrate a menos trabajadores y por lo tanto los productos extranjeros sean más competitivos incluso en mercados donde España es puntera.

Por otro lado, todo el peso de la reforma no debe recaer sobre el trabajador, el cual, muchas veces es la parte más perjudicada ya que el empresario vela por sus intereses y los sindicatos por los suyos (constantemente vemos como los representantes de los trabajadores hacen ostentosidad de su riqueza en cruceros, llevando caros relojes, en definitiva, viviendo por encima del trabajador medio que gana 22.000€ anuales).

Al hilo de esto, también me resulta llamativo como el Estado no interviene más en sectores como el lujo. Mientras que los trabajadores ven mermados sus derechos, estos sectores siguen en auge y aumentado su crecimiento. En 2011 este sector cerró el año con unas ventas de 4.500 millones, un 25% más que en 2010.

Y a este sector no se le “mete mano” argumentando que si así se hiciera su dinero se iría a otros países. Es entonces cuando vemos un ejemplo más de la crisis, la pérdida de valores. No se recorta del lujo pero si de la investigación, estudios… lo que hace que jóvenes promesas se tengan que ir a otros países donde si son premiados. La verdad, da mucho que pensar que todas las grandes mentes que hay en España, algunos recién licenciados y otros todavía en formación, se lleven sus conocimientos, y por lo tanto, la principal fuente de riqueza a otros países donde si son reconocidos sus esfuerzos. No queremos que se vaya el capital pero no nos importa que se vayan cientos de jóvenes. Quizás por ahí venga que España cada vez esté más lejos de un G-7 o de un G-20 donde en la última cumbre asistió gracias a la invitación de Francia.

En conclusión, creo que la última reforma laboral es necesaria y lo que en ella se propone, si bien es valiente y arriesgado, producirá buenos efectos como la reducción del paro, la contratación de jóvenes y la agilización del mercado laboral. Pero todas estás medidas no son nada si no ponemos la vista en una regeneración democrática donde se premie el esfuerzo de nuestros talentos, aunque haya que quedarse sin “ricos”.

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